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viernes, 4 de abril de 2008

Nuestro gran campeón cumple 85 años. MUCHAS FELICIDADES




BENITÍN, EL DE LAS SALAS (Benito Fernández)


En este romance homenajeamos a uno de los mejores luchadores de la Montaña: Benito Fernández, de Las Salas, que durante muchos años fue el capitán indiscutible de la Montaña en sus enfrentamientos con la Ribera. Luchador muy completo y temido, cuentan de él que se le consideraba casi invencible; y muchos luchadores, al ver que Benitín estaba entre los rivales, se retiraban prudentemente. También es un gran campeón en el hermano deporte autóctono de los Bolos, en la modalidad de Bolo Riañés. Para ilustrar alguna escena de su vida, vamos a imaginar una romería en la Montaña cercana a su pueblo, con mucha gente celebrando la fiesta mientras en la pradera luchan amistosamente dos mozalbetes, casi unos chiquillos. Uno de ellos es grande y fornido; el otro es más delgado y ágil y se llama Benitín. Una y otra vez, Benito derriba a su rival. La gente, que se iba acercando a contemplar la pelea, le aclama con entusiasmo, y en el fondo de los corazones montañeses se ve con claridad que Benitín va a ser el gran líder que la Montaña esperaba. Este romance está basado en un relato breve del jesuita Ángel Tejerina, natural de Las Salas, que lleva el expresivo título de "LA LUCHE LEONESA A IMITACIÓN DE HOMERO"; cambiando el personaje principal (Agustinillo) por Benitín. Lo más curioso es que, según nos ha contado D. Fidel González Largo, también de Las Salas y autor del libro "ESCENAS COSTUMBRISTAS DE LA MONTAÑA LEONESA", los personajes que aparecen en el citado relato del padre Tejerina son auténticos. Por lo tanto, el Máximo que aparece como rival de Benitín existió realmente, aunque unos años antes de que tuviera lugar la escena que hemos reconstruido.
Fuente



Un lugar de la Montaña,


a la sombra de un Santuario,


estaba de romería


a finales del verano.


En medio de la pradera


luchan dos mozos gallardos;


tendrán poco más o menos


quince o dieciséis años.


Máximo es grande y fornido,


musculoso y bien plantado;


Benitín es más pequeño,


ágil, fibroso y delgado;


es del pueblo de Las Salas,


muy valiente y estimado.


Están ambos en camisa


y tienen los pies descalzos,


hasta casi la rodilla


el pantalón remangado,


las manos bien agarradas


en el cinto del contrario.


Pasados varios minutos,


el combate va igualado,


cuando uno traba una maña


ya el otro la ha falseado.


Benitín, en un arranque,


con la rapidez del rayo,


sorprendiendo a su enemigo,


la mediana le ha trabado.


Durante pocos segundos,


los cuerpos forcejearon,


y con esfuerzos supremos


se empinaban a lo alto.


Benito impulsa la pierna,


con los puños apretando,


y sacando todo el genio


al rival ha desplomado.


Máximo pide revancha,


Benitín se la ha aceptado.


En cuanto forman el puente,


el ataque ha comenzado.


El grandón se esfuerza mucho


apretando y aflojando,


no le sale ni una maña


y ya está desesperado.


Agachando la cabeza,


resopla como un caballo;


rabioso y enfurecido,


se abalanza sin pensarlo.


Benitín, que estaba atento


esquiva y le deja paso;


aquel mozo corpulento


quedó tendido a lo largo.


Gritos pegan las mujeres,


los hombres daban aplausos,


El chico es cogido en hombros


dando dos vueltas al prado,


de dulces y caramelos


los bolsillos le han llenado.


Benitín sale triunfante


y es de todos aclamado.-


"Este muchacho promete",


piensan los aficionados.


Los mozos de la Montaña


ya tienen su abanderado.

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